miércoles, 8 de septiembre de 2010

En la barra de un bar...

Observa el cigarro y siente que su vida se va con cada calada. Así, las cenizas se convierten en los sueños que nunca se cumplieron. Siente el peso de la mediocridad, tanto humo, tantas personas, tantos sueños encerrados en el cenicero, que ya se está desbordando mientras se desgasta la piedra de tu mechero para volver a fumar. Y enciendo otro, y otro más, necesito cerveza, necesito olvidar. Necesito sentir sus burbujas golpear mi lengua y mi paladar, pues ya nada tiene sabor. Los mismos sitios, la misma gente, el mismo azul, y la vida se parece cada día más a ese cigarro que se consume lentamente, de manera agonizante. Pero el tiempo se detiene cuando me roza tu mirada. Y me cuentas esos sueños que aún no son ceniza. Y las burbujas de tu ingenio se parecen demasiado a la cerveza que necesito, una vez más. Pero ya no quiero olvidar, ahora sólo quiero gritar. Y bailar, y sentir, sentir de una vez por todas. Sentir algo nuevo al deslizarme cómo líquido por entre tus dedos. Y que mi única duda sea si vas a besarme cuando tu cara está a dos centímetros de la mía. Un roce, una sonrisa, aún no me beses, deja que la tensión nos arrope, que las ganas nos quemen la piel. Adoro el fuego y adoro el hielo de tus ojos, eres una contradicción y eso es lo que me gusta de ti. Eso es lo que desarma la luna y la impulsa hacia ti para que juntos la toquemos. Así, la pálida inspiración de los poetas se ha bañado en nuestro mar con sus reflejos. Porque, ¿quién quiere inspiración contigo al lado? Estoy desvariando, quiero otra cerveza en la que poder bañarme yo cuando tú no estés, cuando esto acabe. Porque, ya sabes, nada es para siempre, excepto los sueños, y nos empeñamos en desecharlos en un triste cenicero. Pero hay algo que resurgirá de sus cenizas, que yo quiero ser cómo el fénix y no morir nunca, seguir viva aunque sea en tus recuerdos y, a pesar de todo, me enciendo otro cigarro. Ya no me preocupa el gris del cenicero, pues el azul de nuestro mundo nos transporta hacia el lugar que siempre anhelamos. El futuro es nuestro. Y estoy aquí, a tu lado. Y a pesar de todo, vuelvo a mirar a la chica de la barra, que vuelve a observar su cigarro y sus sueños, que se disipan cómo el humo que la envuelve, pero estoy contigo y nada me importa, porque el tiempo se para. Las agujas del reloj ya no pinchan, el norte de las brújulas se confunde con tus ojos, los días encerrados en el calendario no esperan el final del verano. Y me dan igual las personas y el humo, porque estoy contigo y mientras sigas aquí, aquí estarán mis sueños, frágiles cómo el humo de los cigarros del paquete que la chica de la barra acaba de comprar.


Relato colectivo con Amalia, cevezas y cafés en el Congarra una tarde cualquiera, silencio, humo, y dos chicas en una barra que no cruzan palabra, sólo se pasan el cigarro, el bolígrafo y el papel. Pero, ¿sabéis qué? A veces no hace falta nada más.

6 comentarios:

  1. Siempre habrá una cerveza burbujeante que te quite la sed. Y sobran las palabras, joder, ya tú sabes (L)

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  2. No hay nada mejor que confidencias en una barra, cervezas por delante!

    Besicos

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  3. Las agujas de leloj ya no pinchan(L)
    Ains!me encanta ;)

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  4. pues os ha quedado un relato estupendo.
    biquiños,

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Ven, que vamos a hacer un pacto yo y tu sonrisa.