viernes, 12 de septiembre de 2014

Ojos brillantes como lunas llenas
y gemidos salvajes
como aullidos de lobo.
La ciudad se extiende ante mis pies
como una selva inútil,
bella y corrupta.
Como con diez mil secretos
repartidos por las calles,
como con diez mil trampas
en cada callejón.
Luego la tinta negra inunda el cielo
y la sinfonía de luces de colores
la acompaña
y crean el nuevo mundo
la realidad artificial y macabra,
silenciosa y volátil
sobre el movimiento
de la oscura noche
como estrellas extraviadas
abajo
que ya no saben volver a subir.
Cae la noche y cada paso
es un acierto
y un enigma
y cada farola es la luna,
y cada trago es un beso
y viceversa.
Cae la noche y la vida escala,
sube,
y llega a miradores
hechos de humo y cerveza.
Cae la noche y caemos
para volver a subir
sabiendo que las estrellas
siempre impresionan más
vistas desde abajo.

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