café y jazz
mañanas que empiezan
a las dos de la tarde
con el sol quemando
las calles y el aceite del motor
con el invierno en los huesos
pegado
como un chicle gris y reseco.
La primera respiración
consciente del día
se transforma en vaho
y sólo arden mis ojos
frente a la ventana
pidiendo clemencia.
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Ven, que vamos a hacer un pacto yo y tu sonrisa.