Tomo aire fuerte
y me sumerjo en el folio,
y mientras navega la tinta
y escapan
las burbujas de la boca.
Se calla el mundo
y los colores se convierten
en blanco y negro
y se mueven y reptan
intentando convencerme.
Me tiro de púa al folio
con los músculos
en tensión
esperando el momento
de mojarme,
de hundirme,
de sacar de mi cabeza
el resto del mundo
y meterme en ríos de palabras
o tachones de escupitajos
que no se convierten
en vómito.
Estoy repintando
mis miedos.
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