miércoles, 6 de julio de 2011
A las cuatro y veintiseis
Abro un libro, vuelo, por otras vidas, me convierto en otras personas. Pero ¿qué es de mí? De esa persona que soy, de esa persona que no llego a ser. De tantas letras juntas con las que quiero decir tanto, con las que en realidad no digo nada. Esto me daña, me duele y no quiero, no puedo. Y vuelve a doler pero no sangra. Ríos de lágrimas. Mares. Océanos, pero por dentro. Y me hundo. Me inundo. Me ahogo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Al menos puedes sentir a esas horas, otros no lo hacen :)
ResponderEliminarBesicos
Ains lucy ...
ResponderEliminarUn besico!
pd. para no perder costumbres he "copiado" tu comentario en mi blog jajajajajja :3
Bueno, te respondo exactamente lo mismo que me has puesto tú: no te puedes ni hacer una idea de cómo entiendo esto que dices.
ResponderEliminarUn beso y a nadar para salir de agujero, siempre se puede.
Respira, silba, lee... o sonríe por seguir aquí..
ResponderEliminarBesos desahogados
esas horas no son buenas para pensar, la noche no acompaña en los días malos.
ResponderEliminarpero sientes, vives... y tienes a todos los personajes del mundo mundial dispuestos a vivir para ti.
biquiños,
Aldabra
Querer llegar a ser una persona siempre resulta frustrante , en cambio avolucionar pocoa poco sin pararnos a pensar si quiera en el trascurso lo hace todo más facil.
ResponderEliminarBesos Luci, preciosa tu entrada :)
De esas confusiones y dudas existenciales nace la literatura. ¡Larga vida a los lunáticos de madrugada!
ResponderEliminar