Bebíamos Desperados con las estrellas mientras esperábamos. Tumbados en el culo de la ranchera, mirábamos arriba y llenábamos de humo el cielo vacío de nubes. Tampoco había luna, pero había cerveza y humo con el que destrozarse los pulmones. El ser humano, inevitablemente persigue su autodestrucción. Y ahí comienza el goce. Yo me dejo seducir por la belleza, más oscura cada día, con dientes afilados que brillan como diamantes. Por delante pasó la muerte y ni se fijó en nosotros, segura de que iríamos junto a ella por nuestro propio pie. Nosotros también estábamos seguros pero, como todos en este mundo, nos hacíamos creer que no. Nos pasábamos el cigarrillo, la cerveza o las palabras. Y seguíamos esperando.
Cuando hay una noche sin Luna, sólo puedes esperar a que vuelva a anochecer.
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Ven, que vamos a hacer un pacto yo y tu sonrisa.