jueves, 22 de mayo de 2014

Black notebook

I
Me agotan las palabras vacías,
desgastadas.
Intento escapar de ese virus
que es la
sociedad.

II
Todo se convierte en viento a través
de la ventana.
Todo se convierte en mar dentro
de mi habitación.

III
Creo un universo
con cada cigarrillo,
con cada voluta
de humo
que representa
el etéreo desorden
que no soy capaz
de sacar
de mi cabeza.
El día vuelve a ser gris,
como las personas.
No quiero olivo o laurel.
El mejor premio es un mar
donde limpiarse
de toda esta porquería
a la que llaman mundo.

IV
Ahí fuera llueven disparos
y la gente salta por los balcones
con chalecos antibalas.
No hay nadie que
se pare a pensar
lo absurdo que es eso.

V
Ahora a ver quien entiende,
quien siente,
a ver quien se quema las manos
con la llama
de la rabia.

VI
Salgo del paraíso
por mi propio pie
sin que nadie me eche.
Como ya hizo
en su día
el Demonio.

VII
Mi conciencia sólo viene a ratos,
como el agua caliente.
No paro de darle azúcar al problema,
yo,
que siempre he sido de mar.
Duermo las horas de luz
y sólo vivo de noche,
me convierto en sombra
y me deslizo
huyendo
de las farolas.
Salto
de nube en nube,
de tejado en tejado,
de copa en copa.
No voy a seguir
esperando
(te).

VIII
El asco y la rabia
frente a las calles
que te han visto crecer.
España no es un país,
es una trampa.

IX
Me saco de dentro
el petróleo
de tus palabras.
Lo toso,
lo escupo,
lo piso.

XII
Se vuelve a cerrar la puerta,
tras de mí,
mejor que en mis narices.

XIII
Me enciendo el cigarro
en las escaleras de siempre,
estas que gritan
revolución
en todos los idiomas que saben.

XIV
Uso el boli como arma
de construcción masiva.
Nunca y siempre no me valen.
Y esta letra menos.
No me entiendo.
No os entiendo.
Tampoco me hace falta.

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