Primero se pintaron las calles de rojo
y llovía frio
y cada baldosa
tenia su propia historia,
su propia razón
se ser.
El invierno empezaba
descongelándome
con fuego y palabras.
Luego empezó a caerse
entre agua helada
y trozos de granizo
todo este castillo de hielo
que acostumbro a crear
cada noche
a mi alrededor.
Y empecé a ahogarme tanto
que quemé mis manos
y de paso mis sueños
con tal de sobrevivir.
Y ahora sin primavera
como cada puto poeta
de este puto mundo
vuelvo a dejar que me resbale
el hielo
y me empapo en gasolina
y me prendo fuego
a ver que pasa.
A la tercera va la vencida.
Y la vencida,
otra vez,
acabo siendo yo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ven, que vamos a hacer un pacto yo y tu sonrisa.