La barra se me antoja
un paraíso inestable
en mitad del caos
de mi mente.
La barra se me antoja
un puerto errante
donde atracar
cada noche
el corazón.
Me encharco el alma
y los pulmones
con absenta
tequila
y soldaditos
de la muerte
y los sueños
se ahogan
borrosos
y suplicantes
en cada trago.
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