sábado, 11 de abril de 2015

Después de la tormenta
volvió a llegar la calma
absoluta, total, silenciosa,
la paz de las fosas llenas
y las bocas calladas,
de los platos vacíos
y los puños cerrados
debajo de la mesa.
La calma obligada y asesina
que sólo se consigue
con sacrificios
demoníacos
en nombre de dios,
con mordazas y esposas,
con sangre,
la calma de la muerte.
Se fue la tormenta
y los campos se secan
las flores de la poesía
se pudren
y el humo asfixia
y carga el ambiente.
Los sueños siguen enterrados,
como tantos,
en las cunetas,
el mundo sigue girando
en paz
y el bienestar
de sus protectores
sigue como siempre,
in crescendo.
Sobre este desierto emocional
que es el mundo,
sobre este pulmón
podrido y agonizante
aún está el cielo
y las negras tormentas
que regarán las tierras,
las mentes y los corazones
están acechando
detrás de cada esquina.

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