Después de las agujas y los gritos,
las bocas abiertas,
el ronco silencio
de las convulsiones,
pusimos la mesa,
llenamos los platos,
y nos vaciamos el pecho
a cucharadas.
Juntamos las manos,
o lo que quedaba de ellas
en medio de esta orgía
pagana y caníbal.
Y devoramos.
Los restos del naufragio,
de los realismos
comidos de mierda.
Los chispazos sin palabras,
el calambre,
la superficialidad de los cuerpos
La muerte,
sin miedo,
otra vez... ?
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