Me huelen los dedos
a tabaco rancio
y despedidas
a carne quemada
y uñas amarillas.
Me huelen los dedos a ceniza
a muerte sin tumba
a fénix decapitado y sangrante,
quizás lo entendí mal
pero esto de buscar
la nueva vida
en el cenicero
no está dando
muy buen resultado.
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Ven, que vamos a hacer un pacto yo y tu sonrisa.