No he olvidado levar anclas,
dejarme llevar por el viento
o darle la espalda,
según me apetezca
y dejar para otros
la superviviencia oportunista.
He vuelto a agarrar el timón y el poema,
a dejar el puerto pestilente y aceitoso
lejos de mi piel, de mis alas
y a ahogar en el agua salada
el recuerdo
de si viniste o no
a despedirme.
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Ven, que vamos a hacer un pacto yo y tu sonrisa.