martes, 23 de octubre de 2018

¿Y qué hacemos ahora que se ha demostrado que las tripas lo manejan todo?

La víscera traza el camino del cerebro, la mente es un producto de su viaje. El intestino le hace de hogar a los parásitos ocultos que dirigen el ánimo, el tiempo y la memoria, que crean este algo abstracto en el que nadan el lenguaje y sus conceptos, en el que escarbando en el líquido se llega a la creación de un átomo, en algo tan íntimo como las profundidades del océano. Esa llama de consciencia y de inconsciencia que arde por dos lados pero siempre tiene, como la luna, una cara oculta nace a chispa de agua, viene de la humedad más selvática, más penetrante. 
Que alguien me lo explique. 

Una vez vi en un documental como las hormigas eran conducidas como zombies suicidas hacia un fatal destino que propiciaba la vida de un hongo que ésta había inhalado sin querer. Este curioso espécimen fúngico la iba devorando por dentro y se instalaba en su pequeño cerebro. En la naturaleza minúscula, este hongo, poco a poco, va alimentándose a la vez que controlando a su presa. Dejando las funciones motoras básicas intactas. Sabiendo perfectamente donde morder. Entonces, una vez hecha la mudanza a la cabeza de la hormiga, la manejaba a su antojo para sus propios fines. La hormiga entonces se ponía a subir incansablemente por la corteza de un largo árbol. Llegada a un punto exacto de humedad, calor y altitud, al clima necesario para el desarrollo del parásito, la hormiga clava sus pinzas en la corteza con todas sus fuerzas y deja que la devoren con devoción de santa. Entonces a cámara rápida, aparece a través de la cabeza de la hormiga un blanquecino y alargado hongo que crece sin descanso hacia arriba como queriendo ver la luz del sol. 

Pero volviendo a lo humano. 
¿Qué hacemos ahora que sabemos que las tripas lo dirigen todo? 

Es decir, se ha demostrado científicamente que nuestro intestino, y más concretamente nuestra flora intestinal es la que regula nuestro cerebro. Se ha demostrado que la dicotomía cabeza/corazón no tiene sentido porque siempre han sido tripas. Se ha demostrado que pensar y sentir vienen de abajo y no de arriba, que no estamos por encima de nada ni de nadie, que, por el contrario, hay algo que regula lo que somos y a lo que no le hacemos ni el menor caso. 
Comida basura, cabezas llenas de mierda. El gris empañándolo todo en las mañanas de sol o de tormentas, la vida desangrándose en nuestros sueños. El inconsciente embaucado de imágenes vacías de sentido y llenas de intenciones. 
Y el estómago vacío. 
Y la mente desierta. 
Que alguien me lo explique.




2 comentarios:

  1. He leído y releido tu pensamiento. Me parece de una profundidad sorprendente y sobretodo conecta mucho con él mio en él sentido de que somos un montón de parásitos físicos y mentales, de que cada atómo cuenta y de que cada cosa que comemos, respiramos o pensamos nos dice en gran medida lo que somos, navegando en él subconsciente, a la deriva y sin frenos y luego nos preguntamos porque mi vida es una mierda.

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    1. Gracias por leerlo y por comentar. Es impresionante el saber que nos componen demasiadas cosas que no conocemos, pero por una parte es tranquilizador saber que nuestro verdugo somos nosotrxs mismxs (aunque eso signifique no entender qué somos del todo en realidad). Un saludo :)

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Ven, que vamos a hacer un pacto yo y tu sonrisa.