La fuerza me guiña los ojos tras el cristal del espejo.
Afronto el presente ojeroso que me escupe en mi reflejo.
Dejo de quejarme mientras en mi vientre se suceden las guerras,
mientras riego con sangre los soles como un tributo a su calor canino.
Tengo sed pero la savia es veneno, y aun sabiendo que venía a esto,
no he podido dejarme arrastrar por el camino.
La vida es fluir
y fluir
es olvidarse.
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Ven, que vamos a hacer un pacto yo y tu sonrisa.