Alimento mis alucinaciones. Brindo con los ruidos de la noche y sus sombras sinuosas me llaman a saltar por el abismo de mi razón. Vuelo sobre estepas de mar, nado en montañas de sal, crezco como mala hierba entre caminos de flores. De pronto una pluma de animal mitológico sigue a una caravana de andares acrobáticos. Los niños rugen con dientes de león y no de leche. El agua es negra y azul, los ríos estrellas fugaces. Una serpiente marrón se funde en la arena, una estela de espuma se precipita por el horizonte. Cuando vuelvo el suelo es de madera y las paredes de cemento. Y la humanidad de chiste. De chiste malo. No me quiero detener ante el absurdo humor negro de la existencia sin disfrutar a su vez de las potenciales maravillas que la imaginación y la naturaleza ofrecen a mi sentir más profundo.
Río con ganas por la maravilla y el absurdo. Y lloro a mares por la misma razón.
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Ven, que vamos a hacer un pacto yo y tu sonrisa.