jueves, 26 de noviembre de 2020

 ¿Se puede vivir con medio corazón?

Se me hace de noche escribiendo canciones que nunca verán la luz del día. Las condeno al harén de mis demonios para que no tengan que enfrentarse al calor canino de los soles. Tengo un agujero en el centro del pecho enmarcadito en cristal para ver a través, y a veces relleno el vacío con árboles, otras con mares en calma, otras con la ceniza de todos los cigarros que ahora no puedo compartir. Antes de la Pandemia (porque así se escribirá en los libros de historia), el pecho me sangraba y el agujero era más pequeñito. Nada que no llenasen unas risas, un poco de filosofía idealista mezclada con los restos de la fiesta del día anterior pudriéndose sobre la mesa. Ahora, en el mundo DP, al despertar ya no hay amigos durmiendo en el sofá, ni charlas infinitas hasta que amanece, ni drogas compartidas en la oscuridad del backstage. Ahora, en el mundo DP, avanzo sólo con medio corazón como si eso tuviese sentido, porque el otro medio se ha inmolado sin remedio al no compartir carretera, cables, amplis e ilusiones. Yo lo llamo a gritos pero no aparece, si acaso se asoma cuando la nostalgia me inunda, y vuelve a su sitio como diciendo "este es el duelo que no puedo superar". Mi medio corazón de cuero, nocturnidad y alevosía, de rabia hecha música, de verdades escupidas y cuerpos enérgicos que se chocan. Mi medio corazón de humo y carretera, de cuerdas rotas y sueños brillantes, de dormir donde nos dejen, comer lo que haya y agradecerlo. Mi medio corazón que prefiere morirse de amor a morirse de hambre aunque el hambre y el amor al arte sean la misma cosa.

No se puede vivir con medio corazón. Se puede sobrevivir.

Pero eso, 

para las personas como yo, 

no es suficiente.



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