jueves, 19 de noviembre de 2020

Si quieres te lo susurro al oído:

Nada es verdad.

Todo está permitido.


Si las palabras han perdido todo su sentido, qué hago aquí excavando su tumba con mis manos, llenando mis uñas con sus restos, rezando por volver a encontrarme con ellas. El tiempo se ha diluido en imágenes deformadas y ya sólo queda presente. ¿Acaso no es esto lo que quería?

Cuando hace sol no suelo abrir demasiado la persiana para no espantar a mis instintos, los necesito intactos. Existo con todo lo que eso conlleva y escupo las emociones por miedo a que se pudran dentro de mí.

Me siento viva. Tengo tres fuegos ardiendo dentro de mí que al principio sólo fueron cerillas, semillas de incendio, principios buscando su oscuro final.

Detrás de mi frente se acurruca mi esencia y la luna negra quiere venir a tumbarse con ella. Detrás de mi pecho se expande sin tregua, tiende las preguntas al sol de las respuestas, se sequen o no, no se desespera. Dentro de mi útero despierta la bestia, desnuda sale aullar a la luna llena, mueve poseída sus brazos, sus piernas, baila libre y salvaje alrededor de la hoguera.



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