jueves, 6 de mayo de 2021

Las palabras son hechizos

 Las palabras son hechizos, siempre lo he sabido. Quizá por eso un día casi que dejé de hablar y sólo vomitaba en el folio los venenos por miedo a dejar un mundo peor que el que me encontré. Desde entonces la poesía viene y recoge mi magia negra para que no se vuelva contra mí a no ser que quiera leerla en voz alta. Viene a dejarme sangrar sobre su lienzo, a llevarse los fluidos que terminan por ahogarme, a dejarme respirar sin contraer deudas con la realidad que habito.

Yo ya sé que no hay verdad ni mentira, y a la vez sé que es lo único que hay. Me aferro a mi experiencia porque es el último clavo ardiendo que une mi conciencia a este plano. Miro a los ojos sin miedo ni piedad por si el resto quiere compartir conmigo un rato su visión.

Crezco y me encojo como Alicia dentro de la madriguera y no tengo miedo a lo oscuro porque hace años me cegó la luz más blanca que pude imaginar. Aquí casi todos estamos locos y yo soy una humana más sin cartas con las que jugar, sin nadie a quien cortarle la cabeza. A veces me siento un reptil en un terreno pantanoso demasiado denso pero lo que soy es aire y nadie puede sostenerme entre sus dedos.

Las palabras son hechizos y tengo miedo de gritar este dolor que me posee por si vuelve a mi tres veces más fuerte. No quiero derramar sin piedad las plagas sobre el mundo pero podría hacerlo con sólo un cántico. Tengo miedo del poder que poseo porque lo sé ingobernable, a veces, incluso por mí. 

Nada de esto es gratuito, cada coma tiene su sitio y cada párrafo su suicidio. Cada frase es un nuevo camino en mi ruta hacia el abismo. Otra vez me he perdido para volver a escribirlo, para tirar del hilo y salir del laberinto. Veo ante mí tres mil caminos, tres mil fuegos encendidos buscando inquieta la grieta por la que salté a este sitio.



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