domingo, 23 de enero de 2022

``¿Dónde dice aquí "Se busca poeta, buena remuneración", ah?´´

Devoro poesía al ritmo que crecen mis ojeras. Duermo 8 horas 9, 12 hasta que el ruido de las vecinas no me deja volver al mundo del sueño para ser de nuevo mártir o heroína en donde sólo yo habito. Duermo encogida, postura fetal, manos en el pecho protegiendo los restos que quedan de mi corazón. Duermo a oscuras, persiana cerrada, ínfimo rayo de luz que se filtra y me molesta, sacándome del palacio de mis sueños. Cuando despierto me duelen las costillas, cambio de postura hasta que mi cuerpo me obliga a salir de la cama. Me preparo un café con los ojos aún hinchados y con el primer trago abro el siguiente libro a modo de desayuno. Devoro poesía en ayunas, humo y poesía envueltos en la humedad fría de mis huesos, mis ojeras por el suelo, atravesando la losa hasta oscurecer la casa de la vecina de abajo, ladridos de perros, música clásica y las palabras de otras llenando mi estómago. Se me pegan a las tripas sus metáforas, su dolor dulce y basto, duro y sutil, tan parecido al mío. Y con el corazón igual de roto, pero acariciado por los cánticos de sus voces escritas, me vuelvo a dormir.



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