martes, 22 de enero de 2013

Me pierdo y me encuentro para volver a perderme

En 20 minutos soy capaz de subir al cielo y bajar al infierno, de morir y renacer unas cien veces por segundo, con cada sueño, con cada pensamiento, con cada imagen que se me cuela sin querer. En 20 minutos soy capaz de pasar del amor empalagoso al odio visceral, me convierto en sol y en lluvia ácida, en herida y sal, en dolor y muerte, en esa Luna que se prometen los enamorados. Soy capaz de ahogarme en whisky y enterrarme en asfalto y luego aparecer unos trescientos metros más arriba que el resto sin saber como he llegado hasta allí y con las alas intactas. Curioso el tiempo y curiosa la mente. Curioso esto de ser infinitas personas diferentes y a la vez no ser ninguna en particular. Te aseguro que en 20 minutos soy capaz de ser un sí y un no mil veces sin detenerme en el quizás. Soy capaz de querer tanto que de tanto dolor acabe odiando. Soy capaz de volar, de saltar y de arrastrarme de un extremo a otro, como un imán que, por mucha fuerza que haga, no puede llegar a su polo opuesto y aún así lo sigue intentando.
Lo único que no cambia, lo único que sigue dentro y que no soy capaz de sacar, es la poesía.



La puta poesía...

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