Se me caen los ojos de las cuencas, se derraman, se pierden, llueven y se derriten. Ya no tengo párpados ni pestañas, sólo dos agujeros vacíos de libertad, llenos de negro o de nada, que es blanca como la nieve y congela igual. Se me caen los ojos y a oscuras, a tientas, los busco por el suelo. Y sólo encuentro arena caliente y chicles viscosos que se enredan entre mis dedos, dejándome ciega de tacto. Se me caen los ojos entre maldades e hipocresía, y alguno que otro me intenta vender un nuevo par, seguro que de un color más bonito.
Pero son mis ojos,
mi alma
y mi memoria.
¿Es que nadie entiende?
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Ven, que vamos a hacer un pacto yo y tu sonrisa.