domingo, 22 de febrero de 2015

Huyendo de las casas con las luces encendidas

Quiero vaciar mi cabeza,
desterrar las ideas
a la papelera de reciclaje.
Empezar de cero,
con la mente clara
y la mirada limpia.
Quiero borrar los argumentos
con forma de cadenas
que me han enseñado
a aprehender como propios
sin poder evitarlo
desde el momento en el que aterricé
de la nave,
de la nube,
de eso que no existe
hasta que se produce
un orgasmo.
Llama a la vida magia
porque es lo más parecido
que hay
y además
suficiente.
Pero volvamos a la condena
actual
e histórica
del nacer
en sociedad
en podredumbre
en suciedad impregnada
en las paredes de las almas.
Aún
y siempre
ahí está el amor
y en realidad es lo único
con lo que vale la pena
llenarse la cabeza.

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