miércoles, 7 de octubre de 2015

Todo es de puertas para afuera
y aunque dejéis abiertas
las ventanas
no voy a ser yo
quien os convenza
de quitar vuestra reja
para que me dejéis
entrar.
Así que quedaos en palacios
opacos y fríos
en vuestras cuevas
que sólo se iluminan
cuando os acordáis
por casualidad
de lo que es el fuego.

***
Pies para qué los quiero,
palabras,
 para qué...
Para andar sobre las llamas
sobre las cenizas calientes
de las formas vacías,
de la propaganda por el hecho
contradiciéndose
a sí misma,
para quemarme
y dejarme la piel a jirones
entre vuestros dedos,
y dejarme la esperanza
acojonada,
debajo de las ruedas 
de los coches,
dejándose atropellar.
Pies para qué los quiero,
si tengo remiendos en la espalda,
palabras,
para qué,
si se ven violetas las mentiras
cada vez que se abren las bocas,
si veo pudrirse el significado
en el mal aliento.
Pies para qué los quiero,
oídos y ojos
nariz,
para qué,
manos vacías,
la censura de la saturación,
del desprecio al arte mejor orquestado,
la diplomacia que no es más
que egoísmo.
Palabras,
para qué
si no son vida,
si no lo somos,
por más que nos obstinemos
en escribirlo.

***

Que tenga que ser con los charcos debajo de las cejas
con el anudado estómago asfixiándome
con los pulmones manchados
y la cabeza demasiado limpia.
Que tenga que ser como no quiero que sea,
como no queremos ser,
que haya que tirarse de las ideas
y los precipicios,
empujando a otros
para que haya colchón al caer.
No os entiendo.

***

A las estrellas les sale mecha,
yo sonrío
y me las guardo en el bolsillo.
Pesan en el abrigo,
me hacen las cosquillas
de la impaciencia
en cada zancada.
Ansiosa repto por las calles
cuando el sol ya agoniza,
cuando grita en rojos y naranjas
y el silencio del negro
se acaba comiendo todo.
De sombra en sombra,
con la certeza de la luz en
mis manos, acariciándome por dentro,
avanzo, sigilosa.
Tres estrellas, tres mechas
una cerilla.
Efecto dominó,
campos de opio
arrasados por el napalm
contra el terrorismo.
Tres estrellas,
a punto de encenderse
en el jardín de tu mansión.
Tres estrellitas,
fíjate bien,
equivalen,  ruidosamente
a la palabra
FIN.

***

Hoy aquí me desnudo
sin colores en los que escudarme.
Me desnudo todo lo que no permiten
las palabras.
Me hago símbolo
o lo intento.
Libero mi torso, mis pies,
mis ingles. La piel de gallina.
Curiosos a veces el frío y el miedo
hermanos gemelos, en la oscuridad.
Hoy no están invitados.
Me desnudo y me quedo en eso que soy
que no se ve en el espejo
si acaso a veces, en los ojos,
se puede intuir.
En eso que me emponzoña la sangre,
que es mi sangre, que le da ese sabor 
a mi saliva, que no puedo diferenciar.
Huéleme de arriba a abajo,
en cada recoveco,
en cada curva,
en cada llanto.
Ahí me tienes,
sin trampas.

***

La integración no la quiero
si es como es
-como sois-
y aunque este hambre
esté prohibido
si hace falta
me comeré a mi misma
para llenarme.


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