antes que de llorar los destrozos,
siempre he sido de mojar la madera
a base mi lengua áspera
de mi saliva
para mantenerme a salvo
Y aquí estoy, acumulando reservas
para cuando tenga que volver
a esconderme tras los escombros.
No será mañana.
Estoy de pie,
salivando,
al borde del acantilado.
He vuelto a coser mis alas
y no tengo ganas de otra cosa
que no sea saltar
y volar hasta caer exhausta
o hasta que me derriben las flechas.
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