viernes, 9 de septiembre de 2016

De cuando me enfrenté al dragón cara a cara y por más que quiso no pudo quemarme

Al desprecio se le paga en risas, al desamor en ironía. A las carencias, atracones de opuestos. A las lágrimas, alcohol, hilo y aguja. A los sueños rotos se los ahoga porque no pueden repararse. A la hipocresía sólo podemos matarla con el cuchillo en la mirada. A los cuellos rotos, a los pechos rotos, a la fe, no le damos de comer sino sobras. Pero ahí está la trampa. Siempre tienen hambre y nunca mejoran. Mejor la inanición a la vida por supervivencia o por piedad. Mejor la muerte que la lástima.



1 comentario:

Ven, que vamos a hacer un pacto yo y tu sonrisa.