Al desprecio se le paga en risas, al desamor en ironía. A las carencias, atracones de opuestos. A las lágrimas, alcohol, hilo y aguja. A los sueños rotos se los ahoga porque no pueden repararse. A la hipocresía sólo podemos matarla con el cuchillo en la mirada. A los cuellos rotos, a los pechos rotos, a la fe, no le damos de comer sino sobras. Pero ahí está la trampa. Siempre tienen hambre y nunca mejoran. Mejor la inanición a la vida por supervivencia o por piedad. Mejor la muerte que la lástima.
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Ains
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