viernes, 15 de septiembre de 2017

Febrero

La batería bajo mínimo como bajo cero están mis huesos en este febrero que se resigna y se despide. Desde hace un año febrero se llama el diablo y cada noche coge una parte de nuestros sueños como tributo. Febrero se llama el subconsciente que se agazapa en los rincones de la memoria. Febrero el monstruo y el abismo. Febrero el gato de mis cejas, el de mi pubis. Febrero el mantra maldito, el necronomicón. Febrero el espejo.
Pero febrero dice adiós sin siquiera haber saludado antes. Pasa sin pena ni gloria, y no se detiene a admirar las ruinas que dejó su paso, las columnas rotas que levantan nuestras clavículas, el petróleo en las suelas de los pies, la piel sin armadura ni maquillaje.
Febrero se pasea por las habitaciones de mi casa en forma de viento suave, y las lágrimas se agolpan en mis ojos, se suicidan por el barranco de mis pestañas, al menos una vez al día. Es el demonio que ríe tras mi oreja, en no se qué parte de mi sistema nervioso, en nosecuál célula de todas las que soy, en cualquier neurona. Se ríe cada día un poco, y ahora se acaba el festival del recuerdo, de las lúcidas y las oscúridas almas que estamos encadenadas a este mes de desequilibrios mentales.
A bajo cero mis huesos, pero fuera sólo alerta la calima. África y febrero se abrazan mientras abajo es imposible respirar otra cosa que arena del desierto. Las calles rojas y sólidas, ríos de polvo carmín sobre la vida, y febrero, el negro tizón, negro azabache. Febrero noche sin luna se despide sin pena ni gloria, como si no fuésemos ya viejos conocidos, viejos enemigos, viejos amantes. Febrero se despide sin destruir nada a su paso, sin construir, por otra parte, todo aquel decorado en el que habíamos vivido y que se ocupó de destrozar. 
Febrero se va y ni siquiera gira la cabeza para despedirse. 
Febrero quiere irse, pero tiene su cárcel en mis huesos
y aún no lo sabe.
 
 

1 comentario:

  1. Me llena de angustia y frío el sentido del tacto al recorrer las teclas para dejar un mensaje que sé insuficiente. ¿Cómo pedirle a alguien que no deje de escribir a sabiendas en mis propias carnes de lo puta que es la inspiración? En cualquier caso lo que creas suena a magia, no lo pierdas. Por aquí hay alguien que te lee.

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Ven, que vamos a hacer un pacto yo y tu sonrisa.